El sector bancario, durante mucho tiempo un bastión de estabilidad y control riguroso, se enfrenta a un desafío crucial: cómo fomentar la innovación sin comprometer sus fortalezas fundamentales. Un análisis reciente sugiere que los mismos sistemas diseñados para minimizar el riesgo también frenan la experimentación, lo que genera una paradoja en la que el orden impide el progreso. La solución propuesta es el "caos controlado": equipos pequeños y autónomos que operan dentro de los bancos, capacitados para explorar nuevas tecnologías y modelos de negocio.

