Los hackers han ideado un nuevo y sofisticado esquema, aprovechando el servicio oficial de denuncia de delitos cibernéticos de Australia para engañar a los ciudadanos y obtener información confidencial, robándoles así sus criptomonedas. Suplantando la identidad de las fuerzas del orden y explotando las filtraciones de datos, los delincuentes crean una fachada de legitimidad para estafar a personas desprevenidas.

